viernes, 9 de diciembre de 2011

ARGONAUTAS



                         I

¿y por qué este hombre
se extiende panza arriba
contra el cielo
como atornillado
al techo de su casa
mientras le crecen estrellas
en sus ojos?


¿está llorando?

¿duerme manso
o está en silencio simplemente?


¿podríamos decir
que está en su cuerpo
como un barco  
en la tormenta quieta?


¿tal vez un recuerdo
lo ancla así
a su techo?

¿podría tener tanto peso
un instante
para tal aplastamiento?

él esta ahí
mientras lo recorren lunas
besadas por su ombligo azul
que es como el ojo del centauro


¿quien lastimó de tal manera
a este hombre
que pasa las noches
boca arriba y en silencio?



II
           
        - Los ángeles no existen -  

Dijo el perro mientras regresaba de los sueños.  SILENCIO. Lamió dos veces al “hombre que se extiende panza arriba acostado en la terraza” y habló nuevamente:

           -Tengo sed-

Entonces de una canilla brotaron manos azules y  se escurrieron por el patio.  SILENCIO.

         -La casa esta llorando - 

Dijo el perro; que lamió  tres veces al hombre y, de la punta de su cola le dio un sueño que había robado en su viaje.

SILENCIO.

El hombre despertó sin saber y miró unos instantes al perro que tenía ojos de río oscuro.

-Adentro mío hay carne, cartílagos  y huesos;
 Mas adentro estoy hueco y vacío; 
 lo puedo sentir... 
 Pero del alma... Ni noticias -

Dijo el perro, mientras bostezaba.

         -¿Buscaste en los sueños? 

Pregunto el hombre.

Y el perro sonrío.
     
     
SILENCIO. 

El perro dejo de sonreír y se puso muy serio mientras cerraba sus parpados y buscaba dentro de él, algunas imágenes que había guardado en la mirada. 

Comenzaba a llover y el hombre se achicó o mas bien se desinfló.  Se le fueron el olvido y el recuerdo.  Parecía que se derretía mojado por el sueño que le había dado él perro.

-Pobrecito... Solito, bajo esta lluvía-

Dijo el perro con dulzura y el hombre se  hizo chiquito.  Nueve años, seis, cuatro, tres... Hasta ser un bebé recién nacido.
SILENCIO.

         - Ahora hay que buscar una loba - 

Dijo el perro con cierta preocupación.

Entonces llegó Irene.



                           III


a Irene le gustaba dormir  desnuda
en las negras arenas de su cuerpo

recuerda siempre que un delfín
se le metió en el pecho

sin embargo
no teme al océano
que crepita contra el mundo

a Irene la operaron para sacarle
el delfín y se equivocaron

le sacaron el corazón
que estaba abrazado al mar
con desesperación

por eso es oscura
en medio de su luz
tan hermosa 
cuando duerme
o goza
o bosteza o se baña
dormida siempre
despierta

entonces Irene llega
saluda al perro
y le da el pecho
al hombre



                        IV

las palabras colgaban de la lluvia

inútilmente se estrellaban en la terraza
agonizaban
y todas juntas parecían un murmullo

así las palabras mojaron
la sonrisa del perro
la panza del hombre acostado
y  las madrísimas tetas de Irene
que por un momento
cerró los ojos con ternura
cuando le pareció
que algo nacía
dentro de su pecho

un instante

y el vacío

SILENCIO

el sonido de la lluvia

Irene miró al perro
al hombre que moría como un niño

luego se fue a escuchar el mar
a esperar que su corazón
retornara en una barca



             V


el ciego miraba atentamente
con su oreja izquierda


los escuchaba y le parecían plumas
que regresaban a los pájaros
como el sonido del amor
que regresa a la muerte y al  milagro

en su oreja izquierda 
se juntaban:
lluvias
palabras
el perro
el hombre
y  la loba
que aullaba mucho

mientras los vecinos dormían
buscando algún olvido

                 FIN                                 
                                    
                                                                    C.G.